Probablemente hayamos pensado poco en buscar casa para nuestra alma. Construímos casas bien elaboradas para nuestros cuerpos, pero nuestras almas quedan relegadas a una choza de campo donde los vientos nocturnos nos congelan y la lluvia nos empapa. ¿Sorprende a caso que el mundo por eso este lleno de corazones frios?
No tiene que ser de esta manera. No tenemos que vivir en la intemperie. Dios no planeó que nuestro corazón anduviese errante como un beduino. Dios quiere que entremos, nos alejemos del frio y que vivamos con El. Bajo su techo hay espacio disponible. En su mesa hay un plato preparado. En su sala de espera hay un códo sillon reservado exclusivamente para nosotros. Y quiere que residamoss en su casa.
¿Porque querrá compartir su casa con nosotros?
Sencillo: El es Nuestro Padre.
El que habita al abrigo del Altisimo,
morara bajo la sombra del Omnipotente.
Salmo 91:1
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